El pasado 11 de septiembre las calles de Barcelona se convirtieron en la mayor tribuna de reclamo de independencia de la región de Cataluña. La crisis económica del estado Español ha impulsado que florecieran los viejos reclamos de independencia en Cataluña. Esto ha provocado que se dividan las posturas del futuro de esta zona entre la federalización o la separación.
El pasado 11 de septiembre las calles de Barcelona se convirtieron en la mayor tribuna de reclamo de independencia. Poco más de un millón de personas rechazaron la actual crisis económica y las políticas conservadoras del Partido Popular. La consigna de la manifestación fue: "Cataluña, nuevo estado de Europa".
0 Comments
La historia oficial ha descartado a un segundo plano la figura de las mujeres en la lucha independentista puertorriqueña. El protagonismo histórico ha recaído sobre los hombres, olvidando a mujeres que han servido con igual “valor y sacrificio por ver un Puerto Rico libre”.
Una mujer luchadora (in)visibilizada, tanto por el oficialismo como por el independentismo, es Dylcia Pagán, una comunicadora y activista social puertorriqueña cuya militancia política merece ser destacada en los grandes tomos de figuras icónicas. Pagán, nacida en Nueva York pero de padres puertorriqueños, se destacó como líder estudiantil y como gestora de comunicación pública. Mientras estudiaba en Brooklyn College fundó la Unión de Estudiantes Puertorriqueños. En el área de la comunicación, fue fundadora del Puerto Rican Media and Education Council con el objetivo de mejorar el contenido de la televisión pública. También fue la primera mujer puertorriqueña en producir un programa televisivo en la ciudad de Nueva York. Ha trabajado con NBC, ABC, CBS y PBS. Pagán fue acusada en 1980 de conspiración sediciosa, junto a cerca de diez militantes independentistas que supuestamente conspiraron contra Estados Unidos en la ciudad de Chicago. A todos se les impusieron sentencias que rondaban de 35 a 90 años de encierro. El caso de Dylcia Pagán la golpeó fuertemente, en la medida que fue forzada a desprenderse de su familia, principalmente de su hijo, el cual se le fue arrebatado a apenas 13 meses de nacido. En el interior de las cárceles estadounidenses, liberó su espíritu creativo al desarrollar programas culturales y recreativos para las reclusas. También creó un colectivo teatral que preparaba obras para los niños y niñas de la comunidad. En cuanto a las acusaciones hechas a Pagán y otros compañeros vinculados con las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), ella, junto al núcleo independentista, ratificaron que los Estados Unidos violaron constantemente el derecho internacional, por ello no consideran esos actos como terrorismo. Antes del indulto otorgado por la Administración Clinton en el 1999, Dylcia Pagán fue trasladada de cárcel en cárcel a lo largo de los Estados Unidos. “El gobierno, estoy segura, esperaba y deseaba que mi espíritu se rompiera. Pero es muy difícil matar a un revolucionario, cuando solo creemos en nuestros principios, y en la liberación de nuestro país”, expresó. Hoy, Dylcia vive en Loíza, donde ha cultivado el amor patrio y espiritual. Se ha mantenido activa en el área de la comunicación.Produjo varios anuncios de la campaña electoral de Rubén Berrios en el año 2000, y su propia película “Macheteros”. La Fundación Dylcia Pagán trabaja con la visibilización del legado político y cultural de figuras femeninas independentistas. Tal es el caso de la compilación y traducción de los escritos de la líder nacionalista Dolores “Lolita” Lebrón. Aun cuando el oficialismo y las actitudes patriarcales fomentan la invisibilización de las mujeres en los foros sociales, políticos y culturales, personas como Pagán despiertan el orgullo de las mujeres y de las personas que luchan por la equidad, bajo la premisa de que tanto hombres como mujeres han sufrido el encierro y la violación de derechos civiles y humanos. * Escrito por Luis J. Cintrón Gutiérrez para Entre Paréntesis, periódico electrónico de la Asociación Puertorriqueña de Estudiantes de Periodismo en la UPR-Río Piedras,. El artículo lo pueden encontrar en la siguiente dirección: http://entreparentesisupr.com/2012/03/dylcia-pagan-invisibilizada-por-la-historia/ Foto: Jorge Rodríguez Si algunas lecciones históricas nos han dado los roces políticos del Movimiento Pro Independencia (MPI), el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP) y todo los demás movimientos de liberación nacional en la década de los ochentas ha sido la necesidad de ver la lucha más allá de nuestras narices. Un lector del semanario Claridad publicó una carta abierta a Clemente Morales (16-22 de julio de 1982) donde concisamente plantea la necesidad de una unidad de los sectores independentistas para lograr la libertad de Puerto Rico. En esa misma carta menciona que “primero hay que tener la casa para luego pintarla de los colores que sean”. Por último nos menciona que pensar en la independencia bajo dogmas es simplemente soñar con pajaritos preñados. Si bien es cierto, para poder pintar la casa grande del pueblo, es necesario tener primero la casa y el terreno. Es por ello que el “real politik” del nacionalismo que emergió en la República de Alemania o hasta el proceso emancipador que ha continuado en Palestina ha tenido una razón de existencia. Dentro de la realidad histórica, el proceso de liberación nacional de los pueblos se ha dado dentro de tres referentes. En el primer plano está el referente cultural. En el segundo y tercer plano se encuentran el marco económico y marco político. Aún cuando se separan para su análisis, estos tres conceptos son altamente complementarios. Claro, esto se da dentro de una relación de mercado. Jesús Martín Barbero (1991) nos presenta que tanto el aspecto político, y cultural está sujeta a una economía que brinca lo domestico para identificar los intereses “comunes” y conformar una unidad. Dentro del plano cultural es que se dan y se definen las identidades que ayudan a plantear la nacionalidad. En otras palabras es el marco que nos da el terreno y nos ayuda a definir la casa. Es el aspecto cultural la mitología que es capaz de unir a la gran mayoría de las personas bajo un símbolo o una bandera. El caso puertorriqueño de la cultura ha sido una lucha ganada. La mono-estrellada, la figura de José Juan Barea y otros signos culturales han logrado hacer que el imperio y el gran capital reconozcan la autonomía e independencia cultural de Puerto Rico frente a los Estados Unidos (EEUU). El triunfo de la independencia cultural ha llegado a tal nivel que las multinacionales foráneas adoptan al Comité Olímpico de Puerto Rico, la Parada Puertorriqueña en todos los confines de los EEUU y hasta el Festival Claridad. Ha sido tan contundente, que la diáspora y los descendientes de puertorriqueños en otros lares asumen como suya nuestra cultura y nuestra historia. Ya en el marco político, se nos ha trancó el juego de barrillas y cemento. La política, en esencia, supone la construcción o la obtención del poder dentro de una acción en sociedad para dirigir su propio destino y su propia unidad geográfica. Por cerca de ciento quince años, hemos vivido en un estado de guerra y bajo ocupación militar por parte de los EEUU. Esta llegada secuestró de forma indefinida el poder de la sociedad puertorriqueña para dirigirse. Esto ha transformado el proceso de gobernabilidad, sujetándolo en una repetición de políticas económicas y fiscales que no necesariamente encajan en la realidad material de nuestro país. Esto ha precipitado un descontento colectivo de muchos sectores. Ese descontento se ha traducido, para unos sectores, en actos de agitación y de reto a la autoridad colonizadora. De ahí nacen la chocante realidad de tener tres presos políticos y de guerra en cárceles estadounidenses junto al desarrollo de una patria puertorriqueña errante dentro de los EEUU. Gracias a la crisis política y económico-fiscal de la isla, se han borrado las fronteras de la nación culturalmente construida para así reconstruirse el paradigma de la patria fuera de la patria. De los cerca de ocho millones de puertorriqueños, la mitad se encuentra en “el otro lado del charco”, transformando así los conceptos de familias y amigos dentro de las distancias geográficas. Por otra parte, el aspecto económico es determinante para las relaciones políticas y culturales. Este factor es el que define verdaderamente quien es el soberano o no. En este caso, Puerto Rico y casi la totalidad de los países periféricos no existe una emancipación económica. La relación de mercado ha empujado a que los países dependan de vender sus deudas a los sectores privados y atar sus decisiones administrativas a estos. De esta situación de dependencia se ha impuesto una cultura hegemónica de los grandes intereses y defendida “a capa y a espada” por la instrumentalizada “petit-bourgeois” junto a la claque política. Esto lo hemos podido ver claramente en los desarrollos “post-crisis” en América Latina. La clase política, desde la derecha hasta la socialdemocracia y otros sectores progresistas, se abrazó fuertemente a las políticas fiscales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial hacia la privatización y la desaparición del estado benefactor. Estos tres pilares de la casa liberada nos dan un referente para [re]pensar la situación actual de nuestra patria. Como se mencionó a inicios de este escrito, hemos logrado una independencia cultural. Hoy en día el debate de la puertorriqueñidad, aún dentro del espectro partidista, no está en juego ni en un peligro evidente. Por otra parte, el marco político y el económico no gozan de la misma suerte. En el renglón de la política, aún cuando existe una evidente crisis de gobernabilidad, esta no ha tenido la capacidad de traducirse en un cambio social. Seguimos ocupado por el gobierno militar de 1898 con unos cambios cosméticos que se han dado encuadernadas a las realidades históricas que surgen al pasar las décadas. A diferencia de los 1950, época donde Hawái y Alaska fueron anexados a los EEUU, el mundo ha dejado de ser bi-polar. Ya no existe un reto ideológico al capitalismo estadounidense, fuera de las escaramuzas del alegado “Socialismo del Siglo XXI” de Hugo Chávez. Este último, más allá de responder a una necesidad imperante de las masas, ha respondido al capricho de unos sectores que han sabido capitalizar dentro del abandono generado por la política exterior de los EEUU. Ante la caída de la Unión Soviética y el desarrollo de un mundo unipolar, la estadidad con los EEUU es solo un sueño de quimeras. Para que el capital foráneo pueda colonizar un país no es necesario la intromisión militar ni mucho menos la anexión. Con los medios de comunicación masivos y la sensación fetichista de consumo se ha desarrollado un nuevo coloniaje. Como escuchara en una ocasión: “Ya Inglaterra no tiene que colonizar con militares a la India porque lo hizo con zapatos Clark’s”. Para tener una patria liberada, o construir esa casa que debemos pintar de azul capital o rojo socialista, tenemos dos vías. La primera es la convergencia de los sectores progresistas junto a las comunidades, pues fin y al cabo la patria es para ellos y ellas. La otra es sentarnos a esperar que venga una patria de otra galaxia. En lo que llega la libertad de mano de E.T., es necesario la sanación nacional y la convergencia. Plantear dentro de las diferencias la necesidad de la colaboración. Como he repetido en varias ocasiones, si queremos pintar la casa, hay que primero tenerla y bien anclada en los pilares de la independencia cultural, política y económica. Con el fin de luchar por la independencia desde un enfoque de educación popular y de empoderamiento del pueblo, un grupo de jóvenes, principalmente ex fupistas, fundaron el Colectivo La Nueva Escuela (LNE). Esta organización, de carácter independentista, lleva cinco años haciendo trabajo comunitario en miras de crear un Puerto Rico desde los oprimidos. Hasta el momento han impactado varias comunidades de lazona oeste y metropolitana de la Isla. Trabajos destacados de esta organización independentista ha sido el Residencial Manuel A. Pérez de Río Piedras, Comunidad Las Latas en Guánica y el Barrio Dulces Labios en Mayagüez. Según Aníbal López Correa, miembro de LNE, esta organización independentista nace principalmente del llamado del Comandante Machetero Filiberto Ojeda Ríos a insertarse en las comunidades y educar para la nueva patria inspirado en la Pedagogía del Oprimido, teoría desarrollada por el brasilero Paolo Freile. Este proponía que todo cambio debe venir de las personas oprimidas. A diferencia de otras organizaciones independentistas, La Nueva Escuela “va trabajando con los problemas inmediatos de la comunidad, no con la teoría de que la independencia es mejor por esto, o porque nos daría más libertad, sino trabajarlo desde las problemáticas que tienen en cada comunidad”, mencionó el también estudiante de maestría en educación en la Universidad de Puerto Rico. A pregunta del entrevistador sobre el nacimiento del proyecto de La Nueva Escuela y la influencia de la lucha contra la Marina de Guerra de los Estados Unidos, López Correa entiende que aun cuando el independentismo en general ha aprendido de la lucha de Vieques y los salvadores de la Isla Grande a la Isla Nena, este proyecto de educación popular nace de la experiencia de los rescatadores de tierra en los años setentas. Vale destacar que los rescatadores de tierra eran personas que retaban la autoridad del gobierno y los llamados grandes intereses para poder construir su propia comunidad en terrenos que estaban ‘elitizados’. Para Aníbal López el inicio de la autogestión y la organización comunitaria tiene a ser una forma nueva de disponer de los servicios del estado. “Detrás de esto hay un proyecto político, que es demostrarle a las personas que la independencia es posible en la medida que nosotros y nosotras nos apropiamos de las cosas que pasan alrededor y en nuestras comunidades podemos decir que como país echar hacia adelante”, destacó el también líder comunitario. “A la medida que el trabajo es de nosotros (los independentistas), nos quedamos solo nosotros”, mencionó el también facilitador del Instituto Universitario de las Comunidades en la Universidad de Puerto Rico. A diferencia de otros movimientos políticos, La Nueva Escuela, más allá de tratar de tomar el poder, desea pasarle el poder al Pueblo. López Correa destacó que en las sociedades democráticas emanan del Pueblo e invitó a que seamos colaboradores de las comunidades y romper con lo que es la teoría. Esto, según el destacado activista comunitario, ha sido una ganancia tanto en las comunidades impactadas por La Nueva Escuela como en otras a nivel mundial, destacando como ejemplo el Movimiento de los Sin Tierra de Brasil. *La entrevista al camarada Aníbal López Correa es un requisito parcial para el Curso CMU 610, del Programa Graduado de Comunicación en la Universidad del Sagrado Corazón. **Foto: http://www.facebook.com/lanuevaescuela |
Luis Javier
|