Santurce, PR - Durante el mes de noviembre nos unimos como comunidad universitaria a las millones de personas de conciencia en el mundo que conmemoran el Día de no más violencia en contra de las mujeres. en memoria de las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa. Estas fueron luchadoras y activistas, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por el régimen de Rafael Leonidas Trujillo, en la República Dominicana, por ser mujeres y luchar por mejorar las condiciones de vida de su pueblo. En Puerto Rico la multiplicidad de expresiones de violencia de género es cada vez más alarmante. En lo que va del año han segado la vida de diecisiete mujeres y diez personas de la comunidad gay y transgénero. En recordación de estas víctimas dedicamos esta jornada. Entendemos que es responsabilidad de todos y todas examinarnos críticamente como personas, como comunidad universitaria, como sistema socio-cultural y como País. Tenemos la obligación de identificar y denunciar las maneras cómo generamos o sostenemos la violencia de género tanto en nuestras vivencias familiares, como en las sociales y académicas, y preguntarnos cómo podemos promover actitudes, ideas y comportamientos alternativos que no solo frenen la violencia, sino que fomenten una educación que promueva la equidad de género y una convivencia fundamentada en la justicia y el respeto a los derechos humanos. A esta jornada se han integrado todos los componentes de la comunidad universitaria y nos apoyan organizaciones comunitarias y recursos profesionales que motivados por el amor, la solidaridad, por un llamado de su fe, por un compromiso moral, trabajan con la convicción de que es posible construir una sociedad donde podamos hacer y ser la paz. Desde Sagrado hacemos un llamado urgente a trabajar en unidad desde todo contexto donde nos encontremos por el derecho a una educación que promueva la justicia, la equidad y la vida plena de cada ser humano. Confiamos que todo esfuerzo hecho con respeto y generosidad representa un avance, no solo para nuestra Universidad, sino para nuestro pueblo. Nota: Por Comité Organizador de la Jornada contra la violencia de género en la Universidad del Sagrado Corazón
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Bajo la democracia representativa se supone que nuestra legislatura sea un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Con el último cuerpo legislativo electo, la cual fue juramentada en el 2009, queda de manifiesto que estamos pasando por una crisis social sin precedentes. Una crisis fuerte y bochornosa. Hace varios años atrás el pueblo puertorriqueño dio un mandato, el cambiar el sistema legislativo a uno unicameral. Al día de hoy no han actuado en referente a ese mandato, volviéndose así en los dictadores que tanto han criticado. Han sometido muchos proyectos que atentan contra la integridad de las comunidades y con la integridad de la democracia sin la consulta requerida de vistas públicas. En otras palabras los legisladores y legisladoras se han alejado de las necesidades y del sentir del pueblo. Los resientes actos de violencia domestica y de acoso sexual por parte de los legisladores Luis Farinacci (PPD-Ponce) y de Jorge Navarro (PNP-San Juan/Guaynabo) dejan expuesto la crisis machista que estamos viviendo en Puerto Rico. Es una verdadera lástima que los representantes y las representantes del PNP se enfrasquen en la lucha politiquera y no en la lucha por la igualdad de género. Cuando fue el caso de Luis Farinacci, el Partido Popular es un partido machista que maltrataba a las mujeres. Durante la pasada semana la bola machista estuvo del lado del penepé. El representante Navarro quedó retratado ante el país y su nación americana como un hostigador sexual, acosando en una discoteca a una joven estudiante de periodismo. Las regla que usó el PNP con Farinacci quedado en el olvido o perdida. Los únicos comentarios del PNP y algunos medios de comunicación han sido de justificación y defensa del acto del representante. El pasado lunes el animador de Super Xclusivo, Héctor Travieso, aseguró que como la reportera no se quejo. Por otro lado hoy, 20 de octubre, el Comisionado Residente Pedro Pierluisi invitó a que olvidáramos el asunto porque esas cosas pasaban todos los días. Debemos reconocer que en la sociedad global que vivimos aún no hay una igualdad de género y todavía se sigue estigmatizando a la mujer. Habiendo tanta legislación federal y estatal en protección de las mujeres, ellas todavía no han logrado el respeto merecido en la sociedad. El mejor ejemplo lo vemos con el comentario de Héctor Travieso. Un comentario desfasado en el tiempo ya que históricamente la marginación de las mujeres las ha empujado al silencio. Mi invitación ante esta crisis social reflejada en el Capitolio es la de empezar a construir una sociedad nueva e inclusiva. Exhorto a no olvidar los actos disociadores de nuestra clase política y exigirles un cambio. Legisladores como Farinacci, Navarro y como las y los políticos no deben representar a nadie en este país ni en ningún otro. Estos actos de la clase dirigente del país a puesto entredicho una vez más la falsa representatividad de la Democracia Representativa. Cuando era niño y vivía a tres kilómetros (siete minutos en distancia puertorriqueña) del segundo centro docente público del país, el Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR, tenía mucho miedo de lo que se pudiera encontrar detrás de esas verjas y muros que eran elemento cotidiano de mi paisaje mayagüezano. A pesar de vivir tan cerca y ser el RUM parte de mis rutas obligadas para ir a mi escuela o al pueblo, el también llamado Colegio no era parte de mi vida y posiblemente de la gran mayoría de los mayagüezanos y mayagüezanas. Aun cuando el Colegio es uno de los mayores iconos de la ciudad, el mismo estaba vedado por una gran verja muy comparable con el Río Bravo que divide a Estados Unido de México.
Por muchos años me pregunté como eran esos edificios, esa biblioteca y esa vida universitaria que mi papá me contaba. Pasó mucho tiempo hasta que me llegó la admisión a este recinto, lo que sería ese pasaporte para cruzar la gran frontera que emancipaba la Universidad de la Ciudad de Mayagüez. Al cruzar el “Río Bravo” se me abrió un cielo que me reveló los históricos edificios y esa gran fuente de sabiduría de la cual el mundo entero hablaba con respeto y honor. Al pasar al interior de la verja pude conocer y ver desde otra óptica para fuera de esos muros. Una experiencia de la cual debo agradecer a mi familia y al pueblo puertorriqueño que mantiene esa universidad que en muchas ocasiones le veda la entrada. . Incluso centenares de personas que habían hecho parte de su vida en la UPR se habían convertido en exalumnos “errantes” o sin patria académica. Durante dos meses el gobierno nos hizo creer que la universidad permaneció cerrada. En una ocasión más los y las estudiantes, personas a las cuales por muchos años se les mantuvo alejada del recinto por las verjas politizadas, tomaron y administraron los portones. La única intención de este acto fue abrir la educación superior al pueblo. Gracias a esa huelga estudiantil inició la caída de esa cortina de hierro que dividía a Puerto Rico de la Universidad de Puerto Rico. La gente empezó a cuestionarse sobre que es la UPR y algunos dieron un paso más adelante y lograron entrar a ese lugar sitiado por verjas y políticas enajenantes hacia la educación pública Hoy queda entredicho por parte de la Administración Universitaria la existencia de los portones de la UPR. Consideran primordial la apertura de esos portones y su eventual eliminación. Ante este nuevo paradigma, como ex alumno de la UPR, debo admitir que me sigue dando miedo entrar a la UPR y ya no es la verja fronteriza. El nuevo miedo que me da la UPR es la nueva política de la educación pública, convertida en mercancía. El nuevo espectro de miedo que se posa sobre la UPR es la contradicción de la teoría y la “praxis” donde por un lado nos enseñan a ser seres pensantes, cuestionantes y sobre todo de gente de “ley y orden” y por otro nos cuestionan ser como nos han formado. Hay que recordar que para bien o para mal vivimos en una sociedad cobijada bajo el ala de los Estados Unidos y su Carta de Derecho nos invita en la Primera Enmienda a no coartar la libertad de expresión o de la prensa, o el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente, y para solicitar al gobierno la reparación de agravios. Con una perspectiva de graduado de la UPR y con el deber que me invita la moral me toca proteger esa institución que me ayudó a crecer como puertorriqueño y como ser humano. Me toca denunciar que la verdadera verja que obstruye la entrada del pueblo a la UPR no es los tubitos de metal que forman la línea imaginaria entre la universidad y la ciudad, esa gran cortina de hierro que mantiene el cielo cerrado de la UPR es la mala concepción de la educación y el no entender que esto es un bien público para la construcción de una sociedad nueva. La Ley para el Desarrollo Integral de las Comunidades Especiales de Puerto Rico (Ley Núm.. 1 de 1 de marzo de 2001 o simplemente Ley de las Comunidades Especiales) nace en el año 2001 con un imperativo, explícito en su declaración de motivos, de auto-gestión y apoderamiento comunitario. Esto es el proceso integral mediante el cual las personas y sus comunidades reconocen y ejercen el pleno dominio y control de sus vidas partiendo desde su propio esfuerzo y poder. Esta ley se da dentro de un marco plagado de desigualdad social y económica y de género. Cerca de dos terceras (2/3) partes de la población del país vive bajo los niveles de pobreza y cerca de una tercera parte (1/3) de las familias están encabezada por mujeres. La Ley de las Comunidades Especiales reconocía como problema los altos niveles en el porcentaje de analfabetismo y deserción escolar, personas bajo el nivel de pobreza, desempleo y la gran cantidad de núcleos familiares donde predomina un sólo jefe de familia como único sustento. También reconoció el largo historial de problemas ambientales y deficiencia en la provisión de servicios básicos y las condiciones de vivienda. |
Luis Javier
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