#QueCuenten: Muerte, periodismo, política y memoria en Puerto Rico después del huracán María*8/4/2021 El historiador Stuart Schwartz menciona que las sociedades que han llegado a establecerse en el Caribe desde periodos precolombinos han tenido que articular su vida en función a temporadas de posibles ventarrones con furia de dioses que Colón llegó a llamar “furacano” y nuestros pueblos originarios (tanto en maya como en taíno) nombraban como hurakán. Esa fuerza de viento y agua, a la cual popularmente en lugares como Puerto Rico llamamos “temporal”, es un fenómeno atmosférico que tiene la capacidad de transformarse en un desastre social y en un problema político. Como todo evento social, luego de un huracán inician muchos conflictos sociales. Algunos muy destacables, junto a la pérdida de vidas y materia, se encuentra el cuestionamiento de la autoridad y los reposicionamientos de cómo narrar la historia. En un huracán, además de devastación de estructuras y vidas a causa los vapores ciclónicos, con la fuerza del viento los poderes políticos y económicos que se mantienen en pie muy bien dan visibilidad o terminan de sepultar comunidades que antes del fenómeno ya estaban “por debajo del radal”. La historia caribeña tiene como protagonista a algunos huracanes que además de golpear tierra, sacudieron el poder político y la soberanía de las naciones que componen la región. En esa dirección apunta Schwartz en su libro Mar de Tormentas: Una historia de los Huracanes en el Gran Caribe desde Colón hasta María. En tiempos muy recientes, los huracanes han sido el talón de Aquiles de muchas administraciones y la prensa y cronistas (tanto corporativa como independiente) ha sido el record histórico más inmediato para levantar memoria. Algunos casos muy memorables han sido Flora en Cuba, Katrina en los Estados Unidos y María en Puerto Rico, que cae dentro del circuito de territorios no independientes que pertenece a la nación estadounidense expandida imperialistamente por Roosevelt. El 3 de octubre de 2017, la versión digital del periódico puertorriqueño El Nuevo Día reseña en un titular que el presidente “Donald Trump llega a Puerto Rico a ver los estragos del huracán María”. En este artículo de la prensa local y comercial, usando un lenguaje parco hace referencia a que el presidente de los Estados Unidos llegó a la Base Aérea Muñiz en Carolina para revisar los daños ocurridos dos semanas antes por el paso del huracán María por Puerto Rico e Islas Vírgenes Estadounidense. Otros medios locales, como Univisión Puerto Rico adoptaron titulares similares. Mientras la prensa local comercial asumía una proyección muy palca del evento, distintos diarios internacionales fueron mucho más severo y críticos de aquella polémica visita. Entre las citas “memorables” del presidente estadounidense se encuentran: “I hate to tell you, Puerto Rico, but you’ve thrown our budget a little out of whack because we’ve spent a lot of money on Puerto Rico,” Trump scolded. “But that’s fine. We’ve saved a lot of lives…” /// “Puerto Rico should be ‘proud’ that more people haven’t died like in ‘a real catastrophe like Katrina…” /// “If you look at a real catastrophe like Katrina and you look at the tremendous hundreds and hundreds and hundreds that died . . . 16 people [in Puerto Rico] versus in the thousands [in Louisiana], you can be very proud of all your people, all our people… Hay que destacar que según la agencia EFE, el número de muertes a consecuencia de Katrina en Estados Unidos fue cerca de 1,800. Si bien es cierto que la muerte física en cualquiera de sus variantes es un hecho biológico del cual nadie puede escapar, no podemos descartar que muerte es un hecho social. En la cultura occidental se han creado unas ideologías, nociones y prácticas sociales particulares frente a la muerte como un acto social. El fin de la vida ha creado sus propios rituales de despedida y sus propias vías de canalización. Muchos de estas formas de prolongar la vida o enfrentar la partía biológica Estos rituales sirven como antesala a lo que distintas religiones han definido como “otra vida”. Edgar Morín plantea que desde culturas originarias existen rituales que tratan de prolongar la vida, bajo la concepción de que la muerte es un sueño que conduce hasta la entrada de la “residencia de los antepasados”. Estos elementos socioculturales, junto a las distintas creencias sobre lo que pasa con el cuerpo y el alma de la persona fenecida definen cuáles son las prácticas y las complejidades de este ritual. Desde distintas escuelas de pensamientos en las ciencias sociales se entiende que los ritos asociados a la muerte sirven como gestos simbólicos de pasaje y de purificación de la persona fenecida en preparación a su “viaje” al “otro mundo” (Morín, 2003; Thomas, 1983). Según Durkheim, estos rituales se aferran a una “etiqueta” y a una exaltación muy cercana al nacimiento y buscan una añoranza de la persona que “se fue” (2008, p. 591). Por su parte, Louis-Vincent Thomas (1983) plantea que la muerte despierta conjuntos de representaciones demostradas en conductas y rituales a niveles individuales y grupales. En ese sentido, es una forma de enfrentar la muerte y el recuerdo a nivel individual y colectivo. Algunas ocasiones por medio de iconografías y tradiciones orales como ha pasado en conflictos bélicos como la Guerra de Vietnam o incluso la muerte de Cristo que ha sobrevivido icónicamente por siglos (1983, p. 53). Otra manera de perpetuar el recuerdo es en velorio como un ritual grupal. La historiadora puertorriqueña Doris Lugo Ramírez plantea que metafóricamente que la muerte es un espejo donde se reflejan nuestras visiones de mundo y se dramatizan nuestras ideologías y creencias. En el contexto puertorriqueño contemporáneo, enfrentar la muerte como un hecho biológico ha venido de la mano de enfrentar la invisibilidad social. Un ejemplo de ello han sido los velorios exóticos. Esta práctica desde la marginalidad puertorriqueña coloca al cadáver en un performance, en este caso el cuerpo fuera del ataúd en una posición que evoca vida. Ese performance levanta un registro lingüístico y holográfico gracias a que los medios de comunicación (tanto nacionales como internacionales) le prestan cobertura. Esta atención mediática sirve de conducto para levantar una “agencialidad social”, o sea darle visibilidad y resolver, aunque sea en el plano simbólico y fuera de lo jurídico muertes violentas de personas que viven en los márgenes invisibles de la sociedad. (Cintron-Gutiérrez 2019). En este caso, la prensa y otros registros comunicaciones, como los memes y otros productos culturales que hablan de los “muertos paraos” se convirtieron en un espacio para la memoria. El día que Trump visitó Puerto Rico e Islas Vírgenes Estadounidenses, se aludió a que la cifra de vidas colapsadas frente al gran temporal de María eran 16. Dieciséis insignificantes vidas en comparación con los cientos de vidas de Katrina según el presidente Trump y el silencio del gobernador Ricardo Rosselló. De 16, el gobierno de Rosselló luego argumentó que eran 64 las muertes vinculadas al Huracán María. La estadística manejada por la oficialidad todavía muy pequeña y todavía no cuestionaba las argumentaciones del Trump. Según el presidente estadounidense, sesenta y cuatro sigue siendo un número muy pequeño frente a un “real cathastrophy like Katrina”. Un estudio de las Universidades de Harvard y Carlos Albizu en Puerto Rico junto a la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de Ponce ponían la cifra oficial en un cuestionamiento al proyectar estadísticamente las posibles muertes vinculadas al temporal en 4,642. Esto nos lleva a otro tema muy interesante, el de producción de datos por una parte y por otra parte el cuestionamiento qué vidas valen más y cuales valen tan pocos que ni derecho tienen a sumarse. Todos los conteos de muertes post María tienen una brecha dentro de la memoria colectiva y visibilidad muy importantes para un momento de trauma en para Puerto Rico como sociedad (tanto para patria geográfica como para Puerto Rico como espacio transnacional). Ante este problema, el Centro de Periodismo Investigativo se dio la tarea de levantar la memoria de cientos de casos de puertorriqueñas y puertorriqueños fenecidos a causa del paso del huracán y sus secuelas. El CPI es una organización sin fin de lucro dentro de la Escuela de Derecho de la Universidad Interamericana. El Centro opera bajo la filosofía de que el requisito fundamental para una verdadera democracia es que la ciudadanía esté bien informada y que existan entidades independientes con la capacidad de fiscalizar los poderes que accionan en la sociedad, sean públicos o privados. La tarea que iniciaron por redes sociales el grupo del CPI llega a documentar Cuatrocientas ochenta y siete historias de sufrimiento extremo e inhumano, con nombre y apellido. Prueban que muchas de las muertes por el huracán María eran prevenibles y revelan las causas que llevaron a un alza histórica en mortalidad en Puerto Rico. La cobertura digital tiene una función muy particular de construir memoria desde la prensa independiente y no lucrativa en un país al cual el Gobierno local y federal le dio la espalda. El portal web sirve de archivo de testimonios de familiares cuyos parientes murieron a consecuencia del huracán y no fueron documentados. Según la base de datos del CPI los meses de septiembre y octubre fueron los meses con mayores casos de muertes, siendo octubre el mes con casi 200 casos registrados. La cantidad de casos de septiembre sobrepasan el número de Trump y Rosselló. Las principales causas de muerte luego de la catástrofe se clasifican entre: muertes directas al fenómeno y falta de acceso a servicios de salud, energía eléctrica comida y comunicación. Estas últimas categorías mencionadas, con los abrazos al neoliberalismo pertenecen a lógicas de mercado. Entre el día del huracán hasta el primero de octubre, los testimonios colectados por el CPI apuntan a 153 muertes productos del huracán. Hasta 3 de octubre, día que Donald Trump llegó a la Base Aérea Muñiz en Carolina y aseguró que Puerto Rico no tuvo una tragedia, CPI documentaba el fallecimiento de 168 personas. Dentro de los testimonios compilados por el CPI se pueden destacar muertes que no fueron causas del viento, sino productos del colapso del gobierno de Puerto Rico después del huracán. El sistema de salud post María se desplomó y era difícil el acceso a medicamentos y servicios. Un ejemplo de ello es el caso #153. El mismo dice: 3 de octubre de 2017: La hija de Luis Manuel Vázquez Rodríguez le encuentra muerto en el baño. El hombre, diabético de 60 años, estaba bien, pero le costó encontrar insulina después de María, asegura la hija. “Todo era un caos. No había acceso a nada, a medicinas”, dice. “Ir a la farmacia eran filas kilométricas”. Otro caso relacionado a problemas médicos y estructurales es destacado el 12 de octubre, día en que el CPI ubica el numero de muertes en 239. 12 de octubre de 2017: Joaquín Solivan Ocasio, de 43 años, muere en el Centro Médico de Manatí. Los problemas con la electricidad retrasaron por más de 20 días la diagnosis de un fuerte dolor que sentía en su abdomen, asegura su esposa. Los resultados llegaron dos semanas después de su muerte. “Mi esposo tenía cáncer en la sangre. Una enfermedad tratable se convirtió en una sentencia de muerte por no haber sido atendida con cautela ni interés”.” Para esa fecha, más del 80% del país aun se encontraba sin servicio energético. El 16 de noviembre del 2017, el CPI publica los nombres y testimonios 47 víctimas del huracán María y la negligencia estatal. En un contexto de un trauma social como el huracán María, el testimonio y la cobertura de medios como el CPI es un espacio de memoria colectiva. Como planteara el académico colombiano Jorge Salazar (2012), para que un evento sea significativo hay que recordarlo. Sin el recuerdo el evento pasa a la no existencia. La batalla por campañas como la del CPI y otros colectivos/as/es de la sociedad civil son un intento de lo que Salazar denomina una guerra contra la muerte y contra el olvido. Esto se da en la medida en que la muerte no es solo un hecho biológico sino también un evento social que tratamos de canalizar por el recuerdo y los rituales. Es un uso más de los medios de comunicación para enfrentar la muerte social, similar a otras coberturas globales o en el caso de Puerto Rico, la cobertura de los velorios exóticos. La cobertura del Centro de Periodismo Investigativo se convierte en un memorial virtual con testimonios de un evento traumático muy comparable con lo que son espacios físicos como el Museo de la memoria y los Derechos Humanos en Santiago de Chile. Además de ello, los testimonios colectados dentro de esa cobertura nos hacen una invitación a reflexionar otros asuntos. La cobertura es un archivo que colecta la ineficiencia gubernamental y el colapso de una administración ante un gran evento al cual en el Caribe no le es ajeno. La insistencia de reducir números y la invisibilización por parte de las administraciones federales y estatales nos hacen también cuestionar hasta qué punto el gobierno abandonó su rol biopolítico y se lanzó de pecho a una necropolítica en función de proteger unos sectores privados y externos al territorio de Puerto Rico quienes hoy administran la salud, la distribución de comida y las comunicaciones. Referencias:
* Ponencia originalmente presentada en el mes de mayo en el XXXVII International Congress of the Latin American Studies Association - LASA 2019. Boston, Massachusetts, Estados Unidos.
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Luis Javier
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